INFLUENCIA RELIGIOSA
TINTES DEL BARROCO
La iglesia de Santa Lucía tiene los tintes de ese barroco que se caracterizó por pretender impresionar al espectador con una exagenerada riqueza de ornamentación externa e interna con suntuosos adornos donde dominan las curvaturas y las
voluptas, diseños arabescos y formas retorcidas en muros y columnas.
Financiar este estilo es muy costoso por lo que esta iglesia no luce ampulosamente adornada en su fachada y en su interior, todo lo opuesto a iglesias de otras comunidades que en ese entonces tenían más dinero e importancia política como la Catedral de Tegucigalpa y la iglesia de Comayagua, porque pese a que en Santa Lucía se extraía mucha plata, ésta no se quedaba entre los habitantes sino que era enviada a España.
La historia demuestra que la iglesia se hizo con los mismos patrones y usanzas arquitectónicas de la colonia, como ser: La construcción de la espalda al sol naciente y la parte frontal al poniente, todas las iglesias se ubicaban con un parque al frente y cuando la misma era la iglesia principal, al lado de la alcaldía.
Debido al quebrado terreno del pueblo estas dos últimas condiciones no se cumplieron en Santa Lucía, pero sí cuenta con lo más exigido por el estilo, como ser sus dos campanarios y una puerta principal con arco de medio punto.
Las ventanas también tienen este tipo de arco, cuatro medias columnas al frente, sobre la entrada principal el clásico rosetón (pequeña ventana semiexagonal o rectangular con vidrio o vitral que simbólicamente deja pasar la luz o sea la verdad al interior), además posee una bóveda donde está el altar mayor.
Esta bóveda carece de cúpula exterior que probablemente se debe a aspectos económicos en su construcción, también tiene una sola nave donde se pueden ubicar cómodamente 150 devotos.
voluptas, diseños arabescos y formas retorcidas en muros y columnas.
Financiar este estilo es muy costoso por lo que esta iglesia no luce ampulosamente adornada en su fachada y en su interior, todo lo opuesto a iglesias de otras comunidades que en ese entonces tenían más dinero e importancia política como la Catedral de Tegucigalpa y la iglesia de Comayagua, porque pese a que en Santa Lucía se extraía mucha plata, ésta no se quedaba entre los habitantes sino que era enviada a España.
La historia demuestra que la iglesia se hizo con los mismos patrones y usanzas arquitectónicas de la colonia, como ser: La construcción de la espalda al sol naciente y la parte frontal al poniente, todas las iglesias se ubicaban con un parque al frente y cuando la misma era la iglesia principal, al lado de la alcaldía.
Debido al quebrado terreno del pueblo estas dos últimas condiciones no se cumplieron en Santa Lucía, pero sí cuenta con lo más exigido por el estilo, como ser sus dos campanarios y una puerta principal con arco de medio punto.
Las ventanas también tienen este tipo de arco, cuatro medias columnas al frente, sobre la entrada principal el clásico rosetón (pequeña ventana semiexagonal o rectangular con vidrio o vitral que simbólicamente deja pasar la luz o sea la verdad al interior), además posee una bóveda donde está el altar mayor.
Esta bóveda carece de cúpula exterior que probablemente se debe a aspectos económicos en su construcción, también tiene una sola nave donde se pueden ubicar cómodamente 150 devotos.
RELIQUIAS RELIGIOSAS
La imagen más venerada es el Cristo Negro que en verdad no es negro, sino de color natural a la piel blanca. Ese color quedó revelado cuando a mediados de los años 90' la imagen fue sometida a una restauración y tras una limpieza el
Cristo perdió su color negro que había resultado por estar expuesta la imagen durante siglos al polvo y al humo de las velas que le ofrendaban. Muchos devotos reaccionaron pues se pensó que habían cambiado la imagen, pero tras mostrar el
hecho con pruebas todo volvió a la normalidad.
Toda la población de Santa Lucía manifiesta con plena seguridad que este Cristo llegó al pueblo en el año 1572 como un obsequio del rey de España Felipe II (1527-1598), ya que él era un empecinado defensor del catolicismo y luchó ferozmente contra las rebeliones
protestantes. Fue el rey que decía "... no quiero ser señor de herejes". Los que le odiaban le decían el "Demonio del Sur", y es el mismo rey que organizó una enorme flota de barcos destinada a someter a la anticatólica Inglaterra. Pero esta flota llamada "La Armada Invencible" fue destruida por los ingleses con ayuda de los fuertes temporales de la región del Canal de la Mancha.
Cristo perdió su color negro que había resultado por estar expuesta la imagen durante siglos al polvo y al humo de las velas que le ofrendaban. Muchos devotos reaccionaron pues se pensó que habían cambiado la imagen, pero tras mostrar el
hecho con pruebas todo volvió a la normalidad.
Toda la población de Santa Lucía manifiesta con plena seguridad que este Cristo llegó al pueblo en el año 1572 como un obsequio del rey de España Felipe II (1527-1598), ya que él era un empecinado defensor del catolicismo y luchó ferozmente contra las rebeliones
protestantes. Fue el rey que decía "... no quiero ser señor de herejes". Los que le odiaban le decían el "Demonio del Sur", y es el mismo rey que organizó una enorme flota de barcos destinada a someter a la anticatólica Inglaterra. Pero esta flota llamada "La Armada Invencible" fue destruida por los ingleses con ayuda de los fuertes temporales de la región del Canal de la Mancha.
REY FELIPE III
Hay un argumento que da cierta ambigüedad histórica a lo anterior, pues el "Documento Minas en Honduras", redactado por el historiador hondureño Antonio R. Vallejo (1844-1914), dice que el Rey Felipe III (1578-1621, hijo del anterior Felipe II) envió a Santa Lucía la citada imagen agradecido por los 500 mil pesos que la gente del pueblo le regaló. Además de los quintos y el azogue, dio el Cristo Negro, un cáliz de plata sobre dorado y un incensario.
Felipe III ("El Piadoso") fue coronado rey en 1600 y murió en 1621, por lo que la imagen debió haber llegado a Honduras entre ese lapso de tiempo.
Lamentablemente en la década de los 90' la iglesia fue víctima del robo y perdió algunas piezas y una naveta de plata. Se especula que los autores pueden ser coleccionistas de reliquias. El sacrilegio provocó disgusto entre la población, ya que las prendas en lo material son invaluables y de una riqueza infinitamente espiritual y cultural.
A raíz de ese suceso, la iglesia permanece la mayor parte del tiempo cerrada para evitar otro expolio.
Hay muchas más curiosidades e imágenes que por la falta de documentos sólidos la historia niega revelar su momento de arribo al país.
Felipe III ("El Piadoso") fue coronado rey en 1600 y murió en 1621, por lo que la imagen debió haber llegado a Honduras entre ese lapso de tiempo.
Lamentablemente en la década de los 90' la iglesia fue víctima del robo y perdió algunas piezas y una naveta de plata. Se especula que los autores pueden ser coleccionistas de reliquias. El sacrilegio provocó disgusto entre la población, ya que las prendas en lo material son invaluables y de una riqueza infinitamente espiritual y cultural.
A raíz de ese suceso, la iglesia permanece la mayor parte del tiempo cerrada para evitar otro expolio.
Hay muchas más curiosidades e imágenes que por la falta de documentos sólidos la historia niega revelar su momento de arribo al país.
LEYENDAS RELIGIOSAS
Dos son las leyendas fascinantes que caen en el campo de lo milagroso y lo inverosímil y que provienen de un lejano pasado, al que han sobrevivido porque fueron transmitidas por varias generaciones de padres a hijos y actualmente muchas personas, especialmente las más longevas, las cuentan sin hacer cambios notorios en su descripción.
La primera relacionada con el Cristo Negro apunta que una vez comprobado que esa imagen pertenecía al municipio de Cedros y que allí se encontraba la figura del crucificado que pertenecía a Santa Lucía y por error se habían confundido sus destinatarios así que se procedió a transportar la imagen a Tegucigalpa.
En Tegucigalpa se haría el cambio con la gente de Cedros, pero resulta que al llegar a La Travesía (lugar próximo a la entrada de la colonia La Esperanza) la procesión se vio obligada a detenerse pues los portadores de la imagen no podían seguir alzándola por haberse tornado de pronto muy pesada.
Se sumaron más hombres para levantarla, pero el intento fue vano porque era muy pesada cuando se pretendía seguir el camino y cuando la imagen era movida en dirección a Santa Lucía se volvía liviana como una pluma. La gente asombrada dedujo que el Cristo no quería ir a Cedros, por lo que regresaron sin tener más problemas con el peso y así el cambio no se
realizó.
La otra leyenda, no menos encantadora, se vincula con la misma iglesia. Sabiendo de la actividad minera que había en Santa Lucía, en cierta ocasión los trabajadores de Mina Grande escucharon repicar insistentemente las campanas de la iglesia.
LOS SALVAN CAMPANAS
Llenos de curiosidad pararon sus labores y deducían que había alguna emergencia o algún festejo por oírse un ruido similar a cohetería. Lo más idóneo era ir al pueblo para confirmar lo que ocurría, así que se ordenó a todos salir de la mina e ir a
la iglesia, pero cuando el último hombre salió de la mina, ésta se derrumbó a causa de la exploción sin causar ninguna muerte.
Llenos de estupefacción ante aquel hecho y tras continuar oyendo las campanas siguieron con la idea de ir al pueblo, al llegar al mismo se comprobó que todo era calma total y no había nadie en la iglesia.
Sin ninguna duda aquello era un milagro de Dios.
Mucha de la información arriba escrita fue recabada con los pocos documentos históricos que se pudieron hallar, pero la ayor referencia proviene delos mismos habitantes del pueblo, en particular los más longevos, como los señores Benigno Cerrato, Gilberto Nelson y las señoras Marta Borjas y Ercilia Herrera, esta última afirma que su propio padre fue uno de los que participó como cargador de la imagen del Cristo Negro cuando se tornó muy pesada.
También el mismo sacerdote del pueblo, Marcos Sánchez, muy generoso cedió parte de su comprometido tiempo para ofrecer algunos detalles. Todos y otras personas que por razón de espacio no puedo anotar contribuyeron a que los
hondureños conozcamos más nuestra identidad, cultura e historia para que podamos promover el turismo interno, el ingreso de divisas y pese a los problemas que vivimos, sentirnos orgullosos de lo que somos.
La primera relacionada con el Cristo Negro apunta que una vez comprobado que esa imagen pertenecía al municipio de Cedros y que allí se encontraba la figura del crucificado que pertenecía a Santa Lucía y por error se habían confundido sus destinatarios así que se procedió a transportar la imagen a Tegucigalpa.
En Tegucigalpa se haría el cambio con la gente de Cedros, pero resulta que al llegar a La Travesía (lugar próximo a la entrada de la colonia La Esperanza) la procesión se vio obligada a detenerse pues los portadores de la imagen no podían seguir alzándola por haberse tornado de pronto muy pesada.
Se sumaron más hombres para levantarla, pero el intento fue vano porque era muy pesada cuando se pretendía seguir el camino y cuando la imagen era movida en dirección a Santa Lucía se volvía liviana como una pluma. La gente asombrada dedujo que el Cristo no quería ir a Cedros, por lo que regresaron sin tener más problemas con el peso y así el cambio no se
realizó.
La otra leyenda, no menos encantadora, se vincula con la misma iglesia. Sabiendo de la actividad minera que había en Santa Lucía, en cierta ocasión los trabajadores de Mina Grande escucharon repicar insistentemente las campanas de la iglesia.
LOS SALVAN CAMPANAS
Llenos de curiosidad pararon sus labores y deducían que había alguna emergencia o algún festejo por oírse un ruido similar a cohetería. Lo más idóneo era ir al pueblo para confirmar lo que ocurría, así que se ordenó a todos salir de la mina e ir a
la iglesia, pero cuando el último hombre salió de la mina, ésta se derrumbó a causa de la exploción sin causar ninguna muerte.
Llenos de estupefacción ante aquel hecho y tras continuar oyendo las campanas siguieron con la idea de ir al pueblo, al llegar al mismo se comprobó que todo era calma total y no había nadie en la iglesia.
Sin ninguna duda aquello era un milagro de Dios.
Mucha de la información arriba escrita fue recabada con los pocos documentos históricos que se pudieron hallar, pero la ayor referencia proviene delos mismos habitantes del pueblo, en particular los más longevos, como los señores Benigno Cerrato, Gilberto Nelson y las señoras Marta Borjas y Ercilia Herrera, esta última afirma que su propio padre fue uno de los que participó como cargador de la imagen del Cristo Negro cuando se tornó muy pesada.
También el mismo sacerdote del pueblo, Marcos Sánchez, muy generoso cedió parte de su comprometido tiempo para ofrecer algunos detalles. Todos y otras personas que por razón de espacio no puedo anotar contribuyeron a que los
hondureños conozcamos más nuestra identidad, cultura e historia para que podamos promover el turismo interno, el ingreso de divisas y pese a los problemas que vivimos, sentirnos orgullosos de lo que somos.